Por unas Fuerzas Armadas potenciadas y disuasivas




En momentos en que desde varios flancos externos e internos se pone en entredicho la capacidad de respuesta y los recursos con que cuentan nuestros institutos castrenses, es positivo que el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general EP Francisco Contreras, haya salido al frente para aclarar este y otros puntos.


En entrevista exclusiva con El Comercio, el alto jefe militar ha hecho un diagnóstico de la situación objetivo y realista, en una actitud de apertura y transparencia que debemos alentar. Como lo hemos dicho reiteradamente, es urgente terminar con esa cultura del secretismo que tanto daño ha hecho a la imagen de nuestras Fuerzas Armadas y a su relación con el poder civil.


Contreras ha hecho un recuento sintético del relativo poder bélico de los 70 hasta el descuido en la renovación y mantenimiento a partir de los 80 y que dura hasta ahora, con pocas excepciones. Asimismo, ha detallado el cambio de prioridades cuando aparece el enemigo terrorista en los 80 y luego al tener que enfrentar a un enemigo externo en la guerra del Cenepa.


Y, aunque en los últimos meses se ha dado una corriente de pensamiento que proclama desde los más altos estamentos del Estado la necesidad de dar debida prioridad a la modernización de las FF.AA., los avances reales son aún bastante modestos.


Ahora, como bien dice el jefe del Comando Conjunto, la urgencia es repotenciar y poner en funcionamiento lo que no está funcionando, lo cual demanda los correspondientes ajustes presupuestales y la decisión política acorde con ello.


Por supuesto que tenemos que mirar lo que sucede a nuestro alrededor, en los países del área. No hacerlo sería ingenuo. Sin embargo, todos partimos de realidades económicas, sociales, políticas y geoestratégicas distintas. En Chile por ejemplo sus fuerzas castrenses cuentan con el canon del cobre que les permite manejar un presupuesto bastante holgado.


En el Perú lo real y oportuno es introducir un concepto más amplio de reforma castrense que incluya la modernización y renovación de equipos, pero también la profesionalización y reconceptualización de las FF.AA. como elementos prioritariamente disuasivos en la defensa de nuestra soberanía. Esto es, sin caer en la tentación de sucumbir a una odiosa carrera armamentista, que solo beneficiaría a los vendedores de armas pero causa mucho daño y atraso a los países beligerantes.


Al respecto, es atendible la propuesta para centralizar los gastos y compras de material bélico en el viceministerio de recursos, previa consulta y opinión de los institutos. De lo que se trata, finalmente, es de evitar duplicidad y sobre todo cualquier atisbo de corrupción en el proceso de modernización de las FF.AA. Ello ayudaría además a reconciliarlas con la sociedad civil, que debe verlas, no como enemigos, sino como parte constitutiva del Estado de derecho y de defensa del orden democrático.

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